La Guerra del Pacífico marcó un hito en la historia de Perú, Chile y Bolivia. Aunque terminó en 1884, tras un pacto de tregua, las heridas aún quedaron unos años más y se convirtieron en el anhelo principal de algunos políticos. Nuestro país descubrió que había espías en su territorio y que la información clasificada sobre armamentos ya tenía un precio, esto se dio cerca de llegar al centenario de dicho conflicto.
¿Quién fue este espía? Julio Vargas Garayar, fue un joven peruano de 29 años, suboficial de la Fuerza Aérea del Perú (FAP), sentenciado a muerte con base en el artículo 54 de la Constitución de 1933. Como se sabe, él fue el último espía fusilado por traición a la patria en Perú.
El 20 de enero de 1979, exactamente a las 6:00 a. m., Vargas Garayar fue fusilado por traición a la patria bajo la modalidad de espionaje en favor del gobierno chileno, que era presidido en aquel entonces por Augusto Pinochet.
Cabe indicar que la ciudadanía no supo del fusilamiento hasta conocer el comunicado del entonces llamado Gobierno Revolucionario de las F.F.A.A., que bajo Resolución Ministerial 0099-79 de Aeronáutica dejaba en claro que la sentencia de pena de muerte se había cumplido a la hora mencionada y que también había sido privado de los honores y derechos que le correspondía como miembro de la Fuerza Aérea del Perú.
Francisco Morales Bermúdez era el presidente del Perú en esa época, y al gobernar bajo una dictadura, nadie se enteraba de estos casos. El caso de Vargas no se supo hasta después de su muerte y salieron más testimonios luego del fin de la gestión del militar.
¿Cómo contactaron los chilenos a Julio Vargas? En 1976, el joven suboficial ingresó a trabajar en la embajada de Chile ubicada en Lima. Según la versión dada por la milicia peruana, Vargas Garayar fue contactado directamente por oficiales del gobierno chileno para ser espía.
¿Cuál era su trabajo? Tomaba fotos a las bases aéreas del Perú, entre ellas la de La Joya en Arequipa. El servicio de inteligencia del Perú manifestó que los chilenos le entregaron una cámara Kodak 125 y dinero.
El Gobierno de Chile quería información sobre la ampliación del sistema de antenas ADF y HDF, ubicación y funcionamiento de los llamados ‘dedos de dispersión’, pistas de aterrizaje, ubicación de subterráneos y emplazamiento, fotos y planos de la base sureña de La Joya en Arequipa. Según la revista Caretas, esta tarea se cumplió desde agosto hasta octubre de 1978.
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¿Cómo salió a la luz este caso? Sucedió luego de que un buque chileno desembarcó en el puerto de Talara en 1978 para abastecerse de combustible. En esa visita, los oficiales militares chilenos capitán Sergio Jarpa y teniente Alfredo Andoázegui fueron descubiertos tomando fotografías de aviones de combate adquiridos por el Perú a la URSS. Estos señalaron que solo cumplían órdenes de Francisco Bulnes, el entonces embajador de Chile en el Perú.
El entonces gobernante Francisco Morales Bermúdez expulsó al diplomático del país e inició una serie de investigaciones que concluyeron que, el exsuboficial FAP Julio Vargas Garayar, era quien entregaba información a los chilenos.
Algunas versiones sobre la muerte de Vargas
Una leyenda dice que Morales Bermúdez habría descubierto que fueron un total de siete implicados por espionaje, lo cual significaba un hecho bochornoso para el país, tomando en cuenta que se trataba de un gobierno militar.
Entonces para evitar caer en cuestionamientos a su gobierno decidió liberar al canciller chileno, junto con sus militares, y fusilar a Vargas, quien habría sido un contraespía, es decir, una persona que se hacía pasar por espía o traidor con el fin de otorgarle información falsa a Chile y recabar informes esenciales para Perú. Posteriormente, el mismo Julio Vargas antes de morir mencionó ello y agregó que se declaró culpable por las torturas que recibió mientras estaba detenido.
En este contexto, años después, su hija María Consuelo Vargas Chávez, publicó unos videos en YouTube, donde mencionaba que ella no creía que su padre haya sido un espía y que su muerte se había dado de forma injusta, pues nunca logró ver el cuerpo y su familia tampoco pudo velarlo.
«Lo sentenciaron en el fuero militar, mientras que él fue civil. Él se culpó, porque con él se realizaron las peores torturas, se le trató peor que a un criminal de guerra. Le pasaron corriente eléctrica, por las noches lo llevaban a la playa y lo golpeaban. Debido a las horrendas torturas que sufrió se culpó», dijo.
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