Algunas personas comentan que la inteligencia artificial será capaz de traducir idiomas o de escribir mejor que los humanos, incluso de pintar o de crear complejas composiciones musicales o que las máquinas conducirán o realizarán operaciones quirúrgicas de altísimo riesgo mejor que las personas más cualificadas.
En este contexto, surge la gran pregunta ¿la inteligencia artificial está libre de caer en los mismos errores que los humanos?, la respuesta es no y durante los últimos años ya se han registrado casos y se han sucedido los errores, uno de los más sonados: la aplicación que interpretó la imagen de dos personas negras como si fueran dos simios.
Las máquinas, capaces de desarrollar cualidades humanas y de pensar, aprendieron hace casi setenta años a diferenciar entre izquierda y derecha y desde entonces se han impuesto a campeones mundiales del ajedrez o del póker, reconocen rasgos faciales o la voz, traducen de forma simultánea, conducen de manera autónoma y perfeccionan el diagnóstico médico.
La inteligencia artificial (IA) se convertirá uno de los mejores aliados para afrontar los principales desafíos de la humanidad.
Robótica, redes neuronales, algoritmos y utilidades ilimitadas en medio de las cuales irrumpe el debate sobre la ética de esta tecnología. Además, las dudas que las máquinas puedan llegar a ser completamente autónomas y a desobedecer o incumplir las funciones para las que fueron diseñadas.
En este contexto surgen los laboratorios de ideas para debatir sobre IA, sobre la ética y la importancia de que las tecnologías no queden al margen de los valores, que las máquinas estén al servicio de las personas y no al revés y de que la sociedad perciba la IA como una oportunidad y no como una amenaza.
El presidente de We The Humans, un laboratorio de ideas independiente, Juan Ignacio Rouyet, observó que la propia Comisión Europea propone un marco regulatorio de la IA basado en cuatro niveles: desde el riesgo «mínimo» hasta el «inaceptable» y situó en este nivel los usos que estarían completamente prohibidos, como que un gobierno use esta tecnología para conocer mejor a un ciudadano.
En declaraciones a EFE, Rouyet manifestó que algo tan aparentemente inofensivo como un navegador puede escudriñar datos sobre la personalidad de un individuo y conocer por ejemplo si acude más a librerías o a bares, lo que afecta de una forma directa a la libertad y a la intimidad de la persona.
Y en el mismo sentido el investigador Pedro Meseguer recordó que el anonimato que existía antes se está perdiendo, pero incidió en que los temores hacia esta tecnología se pueden neutralizar con una legislación clara que determine un tratamiento concreto de los datos personales recogidos por estas aplicaciones y que se haga cumplir por parte de las compañías tecnológicas.
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Meseguer, del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) español, subrayó a EFE que, como cualquier otra tecnología, la IA puede ser «neutra», cita en ese sentido los distintos usos que se puede hacer del fuego o de la tecnología nuclear.
El presidente de We The Humans mantiene que se trata de una tecnología muy poderosa porque identifica patrones y porque aprende, por lo que sus usos son ilimitados e insospechados.
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— Gua.pe (@guapuntope) October 24, 2022
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